MI, Humilde Superhéroe


El regreso de The Bald Rigger

Hacía tiempo que tenía a The Bald Rigger de vacaciones… hasta hoy.
Me han pedido una taza y una camiseta con su imagen, y no puedo negar que me ha hecho muchísima ilusión.

Este personaje nació a finales del año pasado, casi sin darme cuenta, como un refugio para saciar la morriña por ese mundo en el que me moví durante casi 20 años.


Un amigo imaginario muy real

En estos meses hemos compartido mucho: camisetas, botellas, tazas… horas de trabajo juntos.

Hoy me he detenido a pensar en él y en todo lo que me ha dado. Porque The Bald Rigger no es solo un dibujo ni un logo: se ha convertido en mi amigo imaginario, en la voz con la que cuento un poco de mi historia.

Gracias a él me atreví a plantarle cara a Mr. Park.
Hoy sigue de vacaciones, porque no siempre tengo tiempo para dedicarle, pero cada tanto nos sentamos a “hablar de trabajo”.


Un cambio de rumbo

Lo curioso es que en este tiempo también yo he cambiado.
Ya no necesito hablar constantemente de lo que fue mi estilo de vida. Incluso he llegado a evitar el tema, hasta el punto de poner a dormir mi perfil de LinkedIn.

Hoy ya no me interesa saber cómo va el sector del petróleo y la energía, ni en qué proyectos están las empresas donde trabajé, ni dónde se encuentra cada barco.


De grúas gigantes a terremotos pequeños

Hoy mi mundo es otro: el que comparto con mis hijas y mi mujer.

He pasado de dirigir las grúas más potentes del planeta, dos Huisman de 10.000 toneladas, a intentar dirigir a dos pequeños terremotos de 15 y 30 kilos.

Y digo “intentar” porque a un gruista le dices que gire a la derecha y la grúa gira.
Pero a estos dos torbellinos les dices que toca la ducha o la cena… y pasa media hora antes de que lo hagan.


Nuevos proyectos, nuevo equilibrio

Ahora mis proyectos son distintos. Trabajo en cosas personales que espero pronto vean la luz.

Y, sobre todo, trabajo en mí: en lograr ese equilibrio entre ejercicio, alimentación y medicación, para que cuerpo y mente fluyan como un río que desemboca en el mar.


Escribir como terapia

Siempre me ha gustado escribir.
A veces me sorprendo con lo que me sale, no sé bien cómo, quizá por la cantidad de libros que he leído a lo largo de los años.


Decisiones firmes

Incluso me han ofrecido volver a trabajar en un barco. Lo rechacé al instante.

Es más: si mañana un médico me dijera que no tengo Parkinson, que todo fue un error, aún así no podría volver a alejarme de mi mujer y mis hijas.

He tenido la mala suerte de convivir con esta enfermedad, sí, pero también la oportunidad de hacer cosas que nunca habría imaginado. Todo pasa por algo en la vida.


Mi verdadero superpoder

Por eso The Bald Rigger siempre será parte de mí.
Porque me ayudó en esta transición.
Porque, de alguna forma, me salvó.

Y quizá ese sea mi verdadero superpoder: haber aprendido que no hace falta levantar 10.000 toneladas para sentirse fuerte, basta con sostener lo que más quieres sin soltarlo nunca.



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